¿Te has dado cuenta? En una ventana de la computadora hablas con tu jefe por hangouts sobre la reunión de mañana, en la otra le cuentas vía facebook a tu amiga los planes para el fin de semana y, en otra más, buscas ofertas para los regalos de navidad.
¿Cuál ocupará más tu mente? ¿Cuánto tiempo durará nuestro umbral de atención en cada cosa? ¿Minutos o segundos?
Se ha creído durante los últimos años que controlamos todos nuestros comportamientos, pero la verdad es que la mayoría de ellos son automáticos, por ejemplo, cuántas veces sacaste el celular “para ver la hora” y lo guardaste sin verla o respondiste un “buenas tardes” a penas lo escuchaste sin siquiera saber quién lo emitía.
Pero, así como todo en esta vida, existen procesos cerebrales que influyen en el entendimiento de cada cosa a la que le prestamos atención porque, valga recordarlo, la atención es un proceso cognitivo y selectivo que se centra en un estímulo o varios según nuestros intereses.
Y ¿cuál es la diferencia si es uno o son varios estímulos? Hay un costo a nivel neuronal. Todos tenemos cierto nivel de glucosa oxigenada en nuestro cerebro que se va aminorando cada que pasamos de una actividad a otra y, cuando se termina, es que nos sentimos aburridos, desorientados y con sueño.
Y ¿acaso no puedo ser multitasking? Según estudios realizados por un grupo de neurocientíficos del Instituto Tecnológico de Masachussetts, esto es un mito. Ahora entre uno de los requisitos para obtener un puesto laboral está el poder trabajar en simultáneo y, de hecho, lo podemos hacer pero una vez que se termina nuestra cuota de glucosa oxigenada, el organismo segrega cortisol que actúa como una respuesta ante el estrés y el cerebro se prepara para salir de la situación actuando de manera rápida y automática, activando el modo supervivencia.
El reto para los docentes, publicistas y capacitadores de este siglo ya no es captar la atención de su público objetivo, sino mantenerla, pasar de la atención a la concentración mediante actos voluntarios. Esta es la era del bombardeo de información sobretodo de manera virtual y, por más interesados que podamos estar en un tema, siempre habrá un estímulo totalmente opuesto en su mayoría que intentará jalar nuestra atención, como cuando buscamos una canción en youtube y terminamos viendo más de los cinco segundos del video de publicidad previa sobre qué detergente te deja la ropa más suave… todo un éxito ese marketero.
Entonces, ¿cómo podemos superar este reto y no solo hablar para enseñar sino transmitir para dejar aprendizajes?
Somos seres basados en estímulos; si algo no logra penetrarnos y captar nuestros sentidos, bajas son las probabilidades que pase el filtro de nuestros procesos cognitivos cerebrales y terminará siendo desechado, catalogado por nuestra mente como información no deseada. Pero, además de dominar el tema a tocar, existen otros factores que, integrados, ayudan a que se cree una fusión para dejar huella. Lo que puede jugar a nuestro favor es:
– Lenguaje no verbal: La primera impresión SÍ importa, ya dicen por ahí “todo entra por los ojos”. Lo que no dices es tan tangible como lo que dices; la postura, el movimiento de manos, una adecuada gesticulación en momentos precisos, el cambio en los tonos de voz suman puntos. Las capacitaciones online muestran una amplia gama del dominio de este arte basados en el impacto visual y auditivo.
– Fluidez: No solo basta con ser un campeón en el tema, el desarrollo de habilidades blandas nos ayudan a poder comunicarnos asertivamente ya que el aprendizaje forma parte de un canal bilateral donde existe un emisor y un receptor. El adoptar una postura de escucha, hará que el destinatario se identifique con nosotros y la llegada, por ende, será más certera. Por ejemplo, si estamos a cargo de un proceso de inducción ¿cómo nos aseguramos que estamos siendo entendidos y que nuestro mensaje va a buen puerto?
– Conexión emocional: ¿Cuál es la primera frase qué dirías para introducir un tema? ¿Tiene que estar real y totalmente ligada a lo que pretendes comunicar? Qué tal empezar con una buena historia. El storytelling nos ayuda a conectar con nuestro público en el plano emocional, donde las primeras palabras engloban la potenciación del entendimiento y captura de la atención para hacer más sólida la transmisión del mensaje, sumando inspiración y persuasión. Para brindar una buena capacitación, el primer gancho siempre será el secreto.
Además de ello, el tiempo juega un papel fundamental. ¿Quién no recuerda a algún profesor con esas cátedras interminables en las que, sabías, podías continuar tu sueño? Tal vez no porque su clase era aburrida del todo, muchos videos virales demuestran que hasta la clase más compleja se puede volver divertida si se aplican y manipulan correctamente los canales cognitivos de atención. Hay quienes acuñan que esta es un recurso limitado, se han lanzado diversas teorías sobre el tiempo prudente para mantener este canal activo y receptivo.
Podemos asemejar a la glucosa oxigenada desgastada, mencionada en párrafos anteriores, con un músculo cansado luego de hacer ejercicio y que necesita tiempo para recuperarse. ¿Hay forma de lograrlo? Sí. Cuando hablamos de atención en ciclos de capacitación y clases, nos referirnos a la atención sostenida que suele mantenerse por periodos cortos de 15 a 20 minutos, donde, luego de ese lapso, el cerebro necesita terminar de conectar, procesar y asimilar la información mediante la sinapsis. ¿Qué hacer luego de pasado ese periodo? Para evitar que nuestro público se amodorre y quede disperso totalmente del tema, podemos aplicar:
– Retroalimentación: Comentar de manera abierta sobre los puntos que les ha parecido más resaltantes a nuestro público, en qué punto les gustaría ahondar, cuáles son las nuevas aplicaciones que le han encontrado en su vida cotidiana. El aplicar esta técnica nos mantendrá dentro del tema esperado mientras ayudamos a que las piezas terminen de tomar forma en su mente.
– Dinámicas motoras: Excelentes para oxigenarnos, estirarnos y potenciar la confianza y trabajo en equipo.
– Material audiovisual: Todo un diamante que puede ser usado antes, durante y después. En este caso, el hacer un corte con un video que plantee de forma práctica lo hablado es el complemento perfecto para agrupar toda la información recibida. Este recurso es bien explotado por el mundo virtual en todas sus formas y bien canalizado por las plataformas de capacitación online.
Ya se ha dejado de lado esa costumbre en la que se cree que mientras más información tenga una diapositiva, más significativo será el aprendizaje, pero ese dicho de “el que mucho abarca, poco aprieta” no ha pasado de moda. El uso de diagramas e imágenes en las diapositivas nos simplifican el trabajo de alagar una presentación y de atiborrar de información al público que podría sentirse agobiado. Además de ello, marcar cortes con participaciones logra afianzar la conectividad y compromete a todos los sentidos.
No podemos olvidar que la revolución virtual está en todo su auge pero tampoco podemos dejar de lado el hecho de que existen nexos con nuestro cerebro primitivo que compromete a los sentidos y podemos apelar a alguno de estos para captar la atención; además recordemos que hay dos lados: un emisor y un receptor, ambos con capacidad de comprensión y análisis.
¿Por qué no probar los tiempos de atención de nuestro público? Todos tenemos diferentes perspectivas, lo que hace que la importancia que le demos a los estímulos varíe. Probemos con el método 18 x 4: 18 minutos de clase, capacitación, inducción, charla usando los recursos ya mencionados y 4 minutos para compactar las ideas mediante técnicas didácticas.
Planteemos una figura bajo la pregunta: ¿Cómo me gustaría que me transmita la persona a la que debo escuchar? La respuesta que imagines es el rol que deberías adoptar.
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